Jamás me imaginé el destino de aquél niño que jugaba y esparcía felicidad por doquier. Pensar sin cuestionar, aceptar sin reclamar, asimilar lo imposible de imaginar.
Así ,ayer después de haber velado su cuerpo, con la tristeza de una partida temprana, con la esperanza de saber que no puede estar en un mejor lugar, nos reunimos en una misa y oramos, pedimos por su descanso eterno, por que brille la luz eterna para él. Su paso por este mundo sembró tanto amor y todos tratamos de aceptar la voluntad de Dios, que finalmente es la fuerza superior del universo.
Después en un largo cortejo fúnebre, llegar a su morada final aquí en la tierra. Un sábado de enero:frio,nublado,gris ylluvioso:no encuentro elocuencia para explicar la fortaleza de sus padres y hermanos,no encuentro palabras.
Un círculo alrededor del espacio cavado,depositar dentro un ataúd, poner sobre el rosas y despedirnos quiénes así lo deseamos.Me aparté de la sombra de mi paraguas,avancé entre la lluvia y tomé una rosa roja. Ese ataúd, rodeado de tanta gente, dentro mi querido Ivan. Qué decir, sólo besé y abracé la esquina de su frio ataúd, mojado por la lluvia de esos instantes.Susurré "Adiós nanito",quería contárle un cuento o prolongar la despedida. Ahora te pienso también como ese niño amoroso y lo felices que eramos aquellos fines de semana,imaginé verte correr con tu capa de luchador, me gustó mucho ser tu tía y gracias, muchas gracias por todo...
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