No se trata, pues, de un bien “cultural”, ya que la cultura engrandece al ser humano, lo eleva, le aporta, si cabe, más valores a su condición, y como la misma UNESCO señaló en su Declaración de México 1982 “ (…) la cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. (…)
De acuerdo con esta declaración, a la tauromaquia no podría atribuirse valor cultural alguno, porque no nos enriquece en ningún sentido, no hace de nosotros seres más “humanos” y “racionales”, ni por supuesto “éticamente comprometidos”. Al contrario, la tauromaquia envilece al hombre, lo degenera, hace que aflore en las personas su parte más sórdida e inhumana al despreciar sin compasión a ese animal merecedor de respeto y protección por el simple hecho de ser un ser vivo igual que nosotros.
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